En los comienzos, Internet era un sitio bastante
estático. Todas sus páginas se creaban de forma fija y muy pocas veces se
actualizaban, por lo que su contenido era bastante previsible y ofrecía muy
poca interacción con el usuario. Esta era la Web 1.0.
Poco a poco, las empresas empezaron a utilizar
nuevas tecnologías y adaptaron su contenido a páginas más dinámicas que
lograban una mayor riqueza de contenido gracias a su capacidad de comunicación
con bases de datos. Surgieron los gestores de contenidos y los formularios empezaban a hacerse un sitio real. La
interacción con el usuario mejoró.
Estábamos viendo como la Web 1.0 se acercaba más a
ofrecer servicios que a mostrar contenidos, poco a poco la situación fue
mejorando y empresas como Google, Amazon o Yahoo (entre
otras) empezaron a hacerse muy conocidas, gigantes de Internet. Mucha gente
llamó a esta etapa la Web 1.5.
Poco a poco, y fruto de varias conferencias (ver WEB 2.0 Conference), varios expertos y grandes empresas
decidieron que para sacarle mayor partido a la red de redes debían cambiar su
punto de vista: nació la Web 2.0.
Como Ross Mayfield (directivo de SocialText) acuñó entonces: Web 1.0 era para el comercio, Web 2.0 es para la gente.
A raíz de estas reuniones surgieron nuevos
conceptos y tendencias que pronto se verían reflejados en Internet.
La Web 2.0 surge como una actitud y no como una nueva tecnología. Es,
por lo tanto, una nueva de hacer las cosas. Un nuevo modo en el que el usuario es el que
controla la información. Según esta nueva filosofía, para el
empresario un sitio web deja de ser suyo para pasar a ser nuestro. Representa
la evolución de las aplicaciones tradicionales hacia las aplicaciones web orientadas al
usuario. Unas aplicaciones que generen y sean generadas por la colaboración, que presten
servicios reales para poder reemplazar
(a largo plazo) las aplicaciones de escritorio (Office, Photoshop, Dreamweaver, etc.)